Resumen corto: Fiorello Bodoni, un chatarrero humilde, sueña con viajar al espacio, pero es consciente de que es un privilegio reservado a los ricos. Tras años de trabajo, consigue ahorrar suficiente dinero para pagar un único pasaje en un cohete con destino a Marte. Al compartir la noticia con su familia, intentan decidir quién irá, pero nadie quiere ser el único beneficiado. Finalmente, Bodoni compra una maqueta realista de cohete con sus ahorros y la instala en su patio. En secreto, transforma su interior con efectos visuales, sonidos y movimientos simulados. Durante siete días, hace creer a sus hijos que están haciendo un viaje espacial y ellos lo viven como si fuera real. Al regresar, todos están felices y agradecidos por la aventura. Aunque nunca abandonaron el terreno de su casa, Bodoni logró cumplir el sueño de su familia gracias a su ingenio y dedicación.
Resumen completo de El cohete de Ray Bradbury
Publicado por primera vez en Super Science Stories en marzo de 1950 e incluido después en el libro The Illustrated Man (1951), «El cohete» es un cuento de Ray Bradbury que narra la historia de Fiorello Bodoni, un chatarrero pobre que sueña con viajar al espacio en un mundo donde los viajes interplanetarios son posibles, pero solo accesibles para los ricos. Todas las noches, Bodoni se escapa en silencio de su casa para observar cómo los cohetes surcan el cielo estrellado y soñar, aunque solo sea por un instante, que su vida no está condenada a la pobreza y la rutina. Una de esas noches, conoce a un anciano llamado Bramante que lo desanima cruelmente: el espacio, le dice, está reservado para quienes tienen dinero; los pobres deben resignarse a sus manos callosas y a sus sueños rotos.
Bodoni, sin embargo, guarda un secreto: ha conseguido ahorrar tres mil dólares tras seis años de trabajo, dinero que originalmente iba destinado a mejorar su maquinaria. Sin embargo, el deseo de volar más allá de la Tierra lo consume y decide gastarlo en algo más audaz: pagar un pasaje para que uno de los miembros de su familia viaje en un cohete a Marte. Al revelar su decisión durante el desayuno, provoca una mezcla de alegría, tensión y tristeza. Solo uno podrá ir. Para decidir quién será, organizan un sorteo con pajitas. María, su mujer, resulta elegida, pero renuncia de forma repentina alegando que está embarazada. Al repetir el sorteo, el niño Paolo saca la pajilla corta, pero, al ver la tristeza de sus hermanos y recordar que pronto comenzarían las clases, también renuncia. Así, uno a uno, todos entienden que no hay forma justa de elegir y que nadie irá. La desilusión se impone.
Días después, un comerciante le ofrece a Bodoni una maqueta de cohete realista construida en aluminio a escala natural por dos mil dólares. Aunque no puede usarla como chatarra ni tiene horno para fundirla, Bodoni toma una decisión impulsiva: la compra. La noche siguiente, el gran cohete blanco reposa en el patio de Bodoni como un animal dormido bajo la luz de la luna. Bodoni lo contempla, lo toca, se sienta en la cabina de mando y simula un despegue con su voz e imaginación. Al ver que no se mueve, lleno de rabia, se dispone a destruirlo con su máquina demoledora, pero se detiene. Mira su casa, las luces, la radio encendida, a su familia dentro. Entonces comprende que el cohete no tiene por qué volar para cumplir su sueño.
Esa misma noche, entusiasmado, les anuncia a su mujer e hijos que partirán hacia Marte. María, escéptica y angustiada, sospecha que Bodoni ha desperdiciado todos sus ahorros en una fantasía sin sentido. Él guarda silencio, prepara el cohete y trabaja toda la noche haciendo arreglos secretos en su interior. Sella compartimentos, instala espejos, proyectores, pantallas y motores viejos que no funcionan, pero que generan ruido y vibración. Así fabrica una ilusión perfecta.
Al día siguiente, sube a bordo con sus hijos. Les advierte que será un viaje único, corto e irrepetible, y que deben grabarlo todo en su memoria. Inicia la simulación: activa palancas, enciende luces y hace rugir los motores inservibles. En el interior, el cohete tiembla, vibra y lanza destellos. Los niños, embelesados, gritan de emoción mientras observan las proyecciones del espacio: la Luna, los meteoritos, la Tierra alejándose y Marte acercándose. Durante siete días, viven la fantasía completa de un viaje estelar.
Cuando termina el viaje, regresan a casa entre risas, euforia y palabras de agradecimiento. Nadie menciona el engaño. Quizás lo saben, pero prefieren no hablar de ello. Para los niños, ha sido un recuerdo imborrable. Para María, ha sido una revelación. Esa noche, cuando Bodoni está en la cama, ella lo besa y le da las gracias. Ahora comprende el valor de lo que ha hecho: ha cumplido el sueño de su familia, no con dinero ni con tecnología, sino con amor, imaginación y un profundo deseo de darles algo más que miseria. Le pregunta si algún día podrá llevarla también, aunque sea en un pequeño viaje. Bodoni sonríe y responde que tal vez. Luego apagan la luz. El viaje ha terminado, pero el recuerdo durará para siempre.