Robert Louis Stevenson

Janet la contrahecha

Autor: Robert Louis Stevenson

Publicado en: The Cornhill Magazine, octubre de 1881

Resumen corto: El joven reverendo Murdoch Soulis llega al pueblo escocés de Balweary y contrata como ama de llaves a Janet M’Clour, una mujer de mala reputación acusada de brujería. Tras enfrentarse a las mujeres del pueblo, Janet renuncia públicamente al diablo, pero desde entonces su cuerpo queda torcido y su comportamiento es extraño. El reverendo, ajeno a las advertencias, continúa viviendo con ella en la aislada casa parroquial. Tiempo después, durante un verano sofocante, Soulis ve a un hombre negro de aspecto demoníaco rondando primero el antiguo cementerio y luego su casa. Esa noche, encuentra a Janet muerta, colgada de un hilo, pero su cadáver se levanta y lo persigue. Invocando a Dios, el reverendo consigue que la figura se consuma en llamas. Desde entonces, el pueblo cree que un demonio habitó el cuerpo de Janet y que el reverendo quedó marcado para siempre por esa experiencia.

Resumen completo de Janet la contrahecha de Robert Louis Stevenson

Publicado por primera vez en The Cornhill Magazine en octubre de 1881, Janet la contrahecha (también traducido como Janet la torcida) es un inquietante relato gótico ambientado en el ficticio pueblo escocés de Balweary, donde lo sobrenatural y lo religioso se entrelazan de forma perturbadora. Narrado como una historia del pasado recordada por los ancianos del lugar, el cuento se centra en los hechos extraordinarios que ocurrieron durante la primera etapa del ministerio del joven reverendo Murdoch Soulis.

Cuando llega a Balweary, Soulis es un hombre joven, lleno de erudición teológica, pero sin experiencia práctica. Pronto contrata como ama de llaves a Janet M’Clour, una mujer de mala fama, acusada de brujería por los vecinos. Su llegada a la casa parroquial provoca un escándalo: las mujeres del pueblo, furiosas, intentan someterla a una especie de juicio popular y la arrastran hasta el río para probar si es una bruja. El reverendo interviene, la defiende públicamente y le exige que renuncie al demonio en nombre de Dios. Janet lo hace, pero en ese momento sufre una espantosa transformación: su cuerpo se deforma, su cuello se tuerce, su rostro adopta una mueca rígida y deja de poder hablar con claridad. Desde entonces, no puede pronunciar el nombre de Dios y el pueblo empieza a verla como una criatura sin alma.

Pese a todo, el reverendo la mantiene como su única compañía en la apartada y sombría casa parroquial, que pronto es evitada por todos. Janet vive en silencio, con movimientos anómalos y la cabeza torcida, sin hablar con nadie. Con el tiempo, algunos llegan a creer que la verdadera Janet murió aquel día y que lo que vive con Soulis no es humano.

Pasado un tiempo, un verano excepcionalmente caluroso y opresivo intensifica la atmósfera enrarecida del pueblo. Durante un paseo, el reverendo presencia una escena inquietante en el antiguo cementerio: un hombre negro de aspecto infernal está sentado sobre una tumba. Soulis lo sigue hasta la casa parroquial, pero no encuentra rastro del extraño, solo a Janet, que lo recibe como si nada hubiera sucedido. Entonces comienza a sospechar que hay una conexión sobrenatural entre ella y aquel hombre demoníaco.

Esa noche, sin poder dormir, escucha ruidos en la habitación de Janet. Al entrar, la encuentra muerta, colgada de un clavo con un simple hilo de lana, con el cuerpo rígido y la mueca aún en el rostro. Aterrado, cierra la puerta y baja temblando. Pero pronto oye pasos desde el piso superior. Alguien —o algo— ha abierto la puerta cerrada y desciende por la escalera. Con una vela en la mano, Soulis sale al camino, mientras la figura de Janet lo sigue hasta el umbral. El reverendo la enfrenta, invoca el poder de Dios y le exige que regrese al infierno. Entonces, el cuerpo se prende fuego y se reduce a cenizas en medio de una tormenta sobrenatural.

A la mañana siguiente, varios testigos aseguran haber visto al misterioso hombre negro huir por la región. Se cree que ese ser habitó el cuerpo de Janet desde que renunció al demonio y que fue finalmente expulsado. Aunque el pueblo nunca más vuelve a ser perturbado por apariciones, el reverendo Soulis jamás se recupera: vive el resto de su vida marcado por aquella noche, solo, sombrío y convertido en un símbolo de advertencia en la memoria colectiva del pueblo.

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