Argumento
En «Los fugitivos», de Alejo Carpentier, un esclavo evadido y un perro rastreador, ambos escapados del ingenio, establecen una inesperada alianza en la espesura del monte caribeño. Juntos sobreviven en la selva, cazando, huyendo, compartiendo refugio y hambre, hasta que la convivencia se transforma en un vínculo complejo marcado por el instinto, el miedo y la memoria del pasado. A medida que avanza el tiempo, Cimarrón se vuelve cada vez más temerario, acercándose a los pueblos, robando, buscando mujeres, has que vuelve a ser capturado. Perro, más retraído, se adapta a la vida salvaje y termina integrándose a una jauría de perros jíbaros. Cuando Cimarrón logra escapar nuevamente y se reencuentra con su antiguo compañero, intenta recuperarlo con un gesto de afecto, pero Perro, obedeciendo un reflejo condicionado por la antigua consigna del mayoral, lo ataca y lo mata. La historia culmina con el perro y su nueva manada jugando entre los restos del esclavo, mientras la selva recupera su silencio.

Resumen de Los fugitivos de Alejo Carpentier
En el corazón de una plantación azucarera del Caribe colonial, un perro rastreador —al que simplemente llaman Perro— sigue el rastro de un cimarrón, un esclavo fugitivo. Sin embargo, algo lo desvía: el rastro de una hembra en celo, cuya presencia lo trastorna profundamente. Este impulso instintivo lo aleja de su objetivo, lo confunde, lo lanza hacia el monte, donde pierde su orientación y termina hallando, inesperadamente, al propio esclavo fugitivo dormido. En lugar de atacarlo, Perro se queda junto a él. La amenaza lejana de otros perros salvajes lo empuja a buscar protección en la cercanía del hombre, y juntos pasan la noche acurrucados, como iguales.
Desde entonces, Perro y Cimarrón —como se nombra al esclavo— inician una convivencia extraña y solidaria. Ambos están huyendo, y ambos encuentran consuelo y compañía en la presencia del otro. El vínculo se fortalece mientras aprenden a sobrevivir en la selva. Cazan juntos, comparten comida y refugio, se adaptan al ritmo impredecible del monte. Pero cuando Perro desentierra unos huesos humanos en la caverna donde habitan, el miedo ancestral de Cimarrón lo obliga a buscar otro refugio. Aún así, siguen juntos.
Un día, al oír pasar un coche tirado por una yegua del ingenio, Perro corre juguetonamente tras él. Su irrupción causa un accidente: el párroco y el cochero caen heridos. Cimarrón aprovecha el caos para despojarlos de sus pertenencias. Esa noche, se envuelve en la sotana del cura y revive, en sueños, los placeres perdidos de la vida urbana, especialmente el recuerdo de las mujeres. Pero la escena anuncia también su creciente temeridad.
Con la llegada de la primavera, el celo se apodera de ambos. Cimarrón baja al caserío en busca de una mujer; Perro va tras el rastro de una perra. Ambos consiguen lo que desean: Cimarrón ataca a una esclava y Perro seduce a una perra inglesa del ingenio. Pero ese regreso al mundo humano marca el inicio de su ruina. Cimarrón empieza a merodear los pueblos, a atacar viajeros, a robar, a exponerse cada vez más al castigo. Vive tenso, con el machete en mano, paranoico. Perro lo acompaña, aunque empieza a tomar distancia: cada vez le repugnan más los olores y costumbres del mundo humano.
Finalmente, en una de sus escapadas, Cimarrón es capturado. Lo sacan desnudo y herido de una choza donde buscaba refugio, lo arrastran de vuelta al ingenio entre golpes e insultos. Perro huye, y desde lejos lo ve pasar encadenado. A partir de entonces, vive solo en el monte. Ha adelgazado, ha perdido la fuerza, pero también ha perdido la necesidad de obedecer. Caza lo que puede, se refugia en lugares inaccesibles, y empieza a olvidar la campana del ingenio, el olor del amo, las consignas aprendidas.
Hasta que, con la llegada de una nueva primavera, Perro vuelve a sentir el rastro de una hembra. Esa fuerza lo arrastra de nuevo a una quebrada, donde se enfrenta a una jauría de perros salvajes. Lucha con ferocidad, vence y se gana un lugar en la manada. Ha dejado atrás toda domesticación.
Un día, la jauría encuentra el rastro de un humano. Es Cimarrón, que ha escapado de nuevo, con las cadenas aún colgando. Reconoce a Perro y lo llama con alegría. El animal lo olfatea, lo rodea, parece dudar, pero finalmente recuerda una vieja consigna del mayoral: atacar al esclavo fugitivo. Perro salta al cuello de Cimarrón y lo mata.
El cuento cierra con Perro y su nueva compañera —la perra gris— jugando con los harapos del muerto, mientras la jauría duerme entre los huesos. El monte guarda el silencio de lo irreparable.
Alejo Carpentier – Los fugitivos
Personajes de Los fugitivos de Alejo Carpentier
El cimarrón, esclavo negro que ha escapado del ingenio, representa la búsqueda desesperada de libertad en un contexto de opresión brutal. Su huida no es sólo física, sino también existencial: escapa del castigo, de la sumisión, del sistema que lo deshumaniza. Sin embargo, el relato lo muestra más como una figura mítica que como un personaje con voz o historia personal. Es una presencia intensa, silenciosa, siempre al borde del colapso o del estallido. Su pasado apenas se sugiere en detalles breves —sus recuerdos de las mujeres, el aguinaldo, la vida en el pueblo—, y es en su comportamiento actual, desconfiado y errático, donde se revela su tragedia. Tiene gestos tiernos, como cuando abraza a Perro al dormir, pero también es violento y temerario. A medida que avanza la historia, su conducta se vuelve más imprudente y autodestructiva. Se expone, ataca, roba, busca mujeres con desesperación. Su caída parece inevitable, como si el mismo sistema que lo marcó no le hubiera dejado otro destino que la muerte o la recaptura. La contradicción entre su deseo de libertad y los impulsos condicionados por su pasado esclavo atraviesa todo su arco.
Perro, por su parte, es el personaje más complejo del relato. Aunque es un animal, Carpentier lo retrata con una profundidad psicológica que excede lo puramente instintivo. Al comienzo, es un perro rastreador entrenado para cazar esclavos. Obedece órdenes que ya no recuerda con claridad, pero que permanecen inscritas en su cuerpo, como reflejos condicionados. Su encuentro con el cimarrón no lo lleva a atacarlo, sino a buscar calor, compañía, protección. Así se inicia un proceso de transformación que lo aleja de su función original y lo convierte en un ser casi libre. Aprende a vivir en el monte, a cazar, a desobedecer. Pero este proceso no es lineal ni seguro: su identidad está fragmentada entre la lealtad al amo ausente, el deseo sexual, la necesidad de sobrevivir y la nueva vida junto al hombre fugitivo. La escena final, en la que Perro mata a Cimarrón, no es un retorno a su antiguo rol, sino la manifestación brutal de un conflicto no resuelto: en ausencia de amo, obedece una consigna antigua, incrustada como un resorte en su memoria. En su acto hay una mezcla de traición, automatismo y tragedia. Al final, Perro no ha conquistado su libertad, sino que ha sido absorbido por la lógica salvaje de la jauría.
Análisis literario de Los fugitivos de Alejo Carpentier
¿A qué género y subgéneros principales pertenece la obra?
“Los fugitivos” es un cuento que se inscribe dentro del género narrativo, con una clara inclinación hacia la narrativa realista, aunque matizada por elementos simbólicos y alegóricos. El relato se estructura como una narración de aventuras en la que dos personajes —un esclavo fugitivo y un perro rastreador— escapan de la civilización y sobreviven en el monte. Sin embargo, no se trata de una historia de acción convencional. El cuento desplaza su centro de interés hacia una exploración profunda de la conducta animal y humana, de los instintos, los condicionamientos y los impulsos que guían el comportamiento. Por esta razón, puede considerarse también un relato psicológico y filosófico, en el que la fábula aparente encubre una meditación sobre la libertad, la obediencia y la memoria. Aunque la historia mantiene un fuerte anclaje en el mundo histórico del Caribe colonial, su tratamiento no es documental ni testimonial, sino profundamente literario, con una mirada que trasciende lo inmediato para sugerir sentidos universales.
¿En qué escenario se desarrolla la historia?
La historia se desarrolla en una región tropical del Caribe, en tiempos coloniales. El espacio físico está compuesto por tres ámbitos principales: el ingenio azucarero, el monte y la selva profunda. El ingenio, aunque nunca descrito extensamente, aparece como centro de poder, orden y control, con sus campanas, látigos, barracones, cocinas colectivas, curas y mayorales. Es un espacio que impone un ritmo y una estructura, marcado por la violencia, la vigilancia y la rutina. Es también el lugar de origen de los protagonistas, un mundo conocido que, aun en la distancia, sigue actuando sobre ellos mediante el recuerdo y la obediencia inculcada.
El monte representa el espacio intermedio: no es ya la plantación, pero tampoco es la selva radical. Es el ámbito de la transición, del movimiento, de la adaptación. Allí comienzan a organizar su vida por fuera del orden establecido, a improvisar, a construir una rutina nueva, aunque precaria.
La selva, por su parte, se presenta como un mundo casi autónomo, anterior a la civilización, regido por sus propias leyes naturales. Es un lugar de enorme fuerza simbólica: allí no hay jerarquías humanas, pero sí instintos, peligros, hambre, sexo, muerte. Es un espacio que no garantiza la libertad, sino que impone otra forma de sometimiento, más cercana a lo biológico que a lo social. El cuento se mueve en este mapa en constante desplazamiento, donde cada espacio no solo alberga la acción, sino que contribuye activamente a su sentido.
¿Qué clase de narrador tiene la historia?
El narrador es omnisciente en tercera persona, pero no adopta una perspectiva neutral. A lo largo del relato, la voz narrativa se aproxima de forma notable a la percepción sensorial de Perro, permitiendo que el lector experimente la historia desde un punto de vista corporal, instintivo, inmediato. Se trata de una focalización cambiante, pero con un predominio claro de la subjetividad animal. El texto incorpora con naturalidad los olores, sonidos y estímulos que guían la conducta del animal, construyendo un punto de vista no humano que, sin embargo, resulta completamente legible y comprensible para el lector.
En otros momentos, el foco se desplaza hacia Cimarrón, aunque sin penetrar con la misma profundidad en su conciencia. El narrador nunca abandona su carácter externo, pero sugiere intenciones, memorias y temores a través de la descripción de gestos, reacciones y rutinas. Esta alternancia de perspectivas —centrada en los cuerpos más que en los discursos— permite que el cuento mantenga una tensión constante entre la acción y la reflexión, sin recurrir al monólogo interior ni al diálogo.
¿Cuáles son los temas principales que desarrolla el autor en la historia?
Uno de los temas centrales del cuento es la libertad. Tanto Perro como Cimarrón son seres que huyen: el primero, del ingenio y de sus antiguos amos; el segundo, del sistema esclavista que lo encadenaba. Sin embargo, el relato problematiza esa huida, mostrando que la libertad no es simplemente el abandono de un lugar físico, sino un proceso mucho más complejo que involucra la ruptura con los hábitos, los reflejos, las instrucciones incorporadas. Ni el esclavo ni el perro logran desligarse del todo de su pasado. El primero recae en comportamientos autodestructivos; el segundo termina obedeciendo una antigua consigna sin comprenderla del todo.
Otro tema fundamental es el del instinto y la domesticación. Carpentier retrata a sus personajes desde una perspectiva en la que lo animal y lo humano se entrelazan. La conducta de ambos está guiada por necesidades biológicas —el hambre, el deseo, el miedo—, pero también por un aprendizaje que moldea sus respuestas. El cuento explora la tensión entre el impulso natural y la obediencia adquirida, mostrando cómo incluso en la selva más profunda los condicionamientos de la civilización persisten, marcando límites y dictando comportamientos. Esta reflexión se articula especialmente en el desenlace, cuando Perro, aparentemente liberado de su rol inicial, recuerda —o más bien revive— la consigna de atacar a los esclavos fugitivos.
También está presente el tema de la memoria corporal. El pasado no se recuerda con palabras, sino con gestos, olores, reflejos. La campana del ingenio, los olores del mayoral, el miedo al látigo, la disposición a obedecer: todo esto sobrevive en los cuerpos, incluso cuando los personajes han abandonado físicamente ese mundo. El cuento muestra cómo la opresión deja huellas profundas, difíciles de borrar, que se manifiestan incluso cuando ya no hay amos ni cadenas visibles.
¿Qué estilo y técnicas de escritura emplea el autor?
El estilo de Carpentier en este cuento es rico, denso, cargado de matices sensoriales. La prosa está compuesta por oraciones extensas, de ritmo pausado, que acumulan imágenes y descripciones detalladas. Predominan las sensaciones físicas: el olor es el sentido más importante, como si la historia se narrara desde el olfato, siguiendo rastros, captando esencias, diferenciando individuos por lo que emiten en el aire. Esta técnica contribuye a sumergir al lector en la perspectiva animal de Perro sin necesidad de humanizar al personaje.
El autor evita el diálogo y el lenguaje introspectivo. La historia se construye a través de acciones, de situaciones que dejan entrever las emociones y motivaciones. También emplea recursos simbólicos —como el uso de la campana del ingenio, las cadenas rotas, la sotana del cura, la camisa desgarrada— que le otorgan al relato una dimensión más amplia, metafórica, sin caer en lo alegórico forzado.
Carpentier recurre además al contraste como técnica narrativa: la civilización y la selva, la obediencia y la libertad, el hombre y el animal, lo masculino y lo femenino, el orden y el caos. A través de esos pares, no presenta una dicotomía simplista, sino que muestra cómo los límites entre ambos lados son porosos, cómo lo humano puede animalizarse y lo animal puede obedecer órdenes humanas. El cuento, en ese sentido, funciona como una fábula invertida, donde no hay moraleja, pero sí una profunda inquietud sobre la condición de los seres sometidos a sistemas de poder.
Guía de lectura: ¿Para qué edades sería recomendado el cuento Los fugitivos de Alejo Carpentier?
El cuento Los fugitivos de Alejo Carpentier no está dirigido a un público infantil o juvenil. Se trata de una narración compleja, tanto por su estructura estilística como por los temas que aborda, y por lo tanto es más recomendable para lectores jóvenes adultos en adelante, a partir de los 16 años, y especialmente para adultos. Su lenguaje es denso, lleno de matices sensoriales, con un uso sostenido de la prosa barroca que requiere cierta madurez lectora y sensibilidad literaria para ser apreciado en toda su riqueza expresiva. La ausencia de diálogos, la focalización en el punto de vista animal y el tono sobrio y simbólico de la narración pueden dificultar su comprensión para lectores sin experiencia en textos literarios exigentes.
Además del desafío estilístico, el cuento presenta contenidos temáticos fuertes que requieren una cierta preparación emocional e intelectual. La historia aborda la esclavitud, la violencia física y psicológica, la represión colonial, el instinto, el deseo sexual y la traición. Estas temáticas no son explícitas de forma gráfica o cruda, pero están tratadas con una intensidad que puede resultar perturbadora para lectores muy jóvenes o poco familiarizados con la complejidad de la historia social latinoamericana. El vínculo entre el hombre y el animal, la ambigüedad moral de sus actos y el desenlace brutal exigen una lectura reflexiva, que pueda captar las implicancias simbólicas del relato sin caer en simplificaciones.
Por estas razones, Los fugitivos es especialmente adecuado para lectores con interés en la literatura latinoamericana, en la historia colonial, o en los relatos que exploran las tensiones entre libertad y obediencia, entre naturaleza y cultura. Puede ser una lectura particularmente provechosa en contextos educativos de nivel secundario avanzado o universitario, donde se promueva la discusión crítica de sus temas. También es recomendable para lectores adultos que busquen un cuento breve pero denso, capaz de dejar una impresión duradera y provocar una reflexión profunda sobre la condición humana.
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