Gabriel García Márquez: La mujer que llegaba a las seis. Resumen y análisis de personajes

Ficha bibliográfica

Gabriel García Márquez - La mujer que llegaba a las seis. Resumen y análisis de personajes
  • Autor: Gabriel García Márquez
  • Título: La mujer que llegaba a las seis
  • Publicado en: El Espectador, 1950

Argumento

«La mujer que llegaba a las seis», cuento de Gabriel García Márquez publicado en 1950, narra el encuentro entre una mujer y José, dueño de un modesto restaurante al que ella acude cada día a las seis en punto. Sin embargo, un día, pese a llegar a la hora habitual, la mujer intenta, a través de una conversación ambigua y cargada de insinuaciones, convencer a José de que llegó un cuarto de hora antes, buscando establecer una coartada. Con un tono melancólico y mordaz, va desvelando su hastío por la vida que lleva y sugiere, sin decirlo abiertamente, que pudo haber cometido un crimen. José, que está enamorado de ella, accede a respaldar su versión, aunque no comprende del todo lo que implica. El relato, sostenido solo por el diálogo, se desarrolla como un juego de manipulación y lealtad, donde el amor ingenuo de José se enfrenta al misterio, la tristeza y la astucia de la mujer.

Gabriel García Márquez - La mujer que llegaba a las seis. Resumen y análisis de personajes

Resumen de La mujer que llegaba a las seis, de Gabriel García Márquez

El cuento La mujer que llegaba a las seis, de Gabriel García Márquez, transcurre en un pequeño restaurante de una ciudad latinoamericana, donde a las seis en punto de la tarde entra una mujer como lo ha hecho cada día durante los últimos meses. Su llegada, sin embargo, inaugura una conversación diferente. La mujer, una prostituta cansada y melancólica, se sienta en su sitio habitual, en el extremo del mostrador. José, el dueño del restaurante, un hombre gordo, sencillo y bonachón, la atiende con la rutina de siempre: le ofrece un bistec, aunque ella no tenga dinero para pagarlo, la halaga, le enciende el cigarrillo y le habla con un afecto discreto, casi paternal. A lo largo del diálogo, sin embargo, la atmósfera cotidiana empieza a tensarse. Ella insiste en que hoy ha llegado antes, a las seis menos cuarto, y no a las seis como cree José. Él, fiel a su reloj, no logra entender a qué se refiere, pero acepta hacer lo que ella quiera con tal de verla contenta.

La conversación se va cargando de un tono más íntimo, pero también más oscuro. La mujer, entre bromas y afirmaciones ambiguas, pone a prueba el afecto de José. Le pregunta si realmente la quiere, si la querría aunque no se acostara con él, si la defendería aunque cometiera un crimen. José, tímido pero sincero, le asegura que la quiere tanto que sería capaz de matar al hombre que se la llevara. Ella se ríe, se burla un poco de la idea, pero también la tantea, como si necesitara comprobar hasta dónde podría llegar esa lealtad.

El juego verbal se vuelve más serio. La mujer deja entrever, con frases cada vez más densas, que tal vez ha matado a alguien. Le pregunta a José si estaría dispuesto a mentir por ella, si diría que llegó al restaurante antes de la hora que marca el reloj. El motivo de ese cambio horario no se explica del todo, pero la insinuación es clara: necesita una coartada. A lo largo del diálogo, ella construye un relato en el que una mujer —que parece ser ella misma—, harta de la repulsión que siente hacia los hombres con los que se acuesta, acaba matando a uno en un arrebato. José, aunque confuso, se deja llevar por la ternura, la simpatía y tal vez la esperanza de que, si la ayuda, ella lo elegirá a él. Le promete que dirá que llegó a las cinco y media, aunque no entienda del todo el motivo.

Mientras tanto, la mujer va construyendo su despedida. Le dice a José que no volverá más, que está cansada de su vida y que ha decidido dejarlo todo atrás. Pero su decisión no es una liberación serena, sino más bien una huida, una fuga marcada por la tristeza, la desilusión y, quizá, el remordimiento. Le promete que, si algún día regresa, será solo para traerle un regalo: un pequeño osito de cuerda. José acepta su juego, le prepara el mejor bistec de despedida y observa cómo se sumerge en su propio silencio, como si se refugiara en un lugar donde ya no pudiera alcanzarla.

Cuando ella le pide un «cuarto de hora más» y le dice que ha llegado a las cinco y media, José, desconcertado, no comprende que no se trata de tiempo real, sino de un momento simbólico que le permita establecer su coartada. Pero accede, sin saber del todo lo que está aceptando. El cuento concluye con ese acuerdo tácito, en el que el afecto ingenuo de José contrasta con la ambigua necesidad de la mujer, y la sospecha de que ha ocurrido algo grave queda flotando en el aire. El lector, como José, no tiene certezas absolutas, solo intuiciones: que ha habido un crimen, que la mujer ha usado el afecto del hombre para salvarse y que, en el fondo, ninguno de los dos saldrá ileso de esa tarde.

Gabriel García Márquez – La mujer que llegaba a las seis

Análisis de personajes

La mujer es el personaje más enigmático y dominante del cuento. Nunca se menciona su nombre, lo que contribuye a su carácter enigmático y simbólico. Es una figura cargada de ambigüedad moral y emocional: está cansada por la vida que lleva, pero aún posee un agudo sentido de la manipulación. Aunque al principio se la presenta como una mujer rutinaria —entra siempre a la misma hora, se sienta en el mismo lugar, repite las mismas frases—, pronto se revela como una persona que está atravesando una transformación profunda. A través de su monólogo disperso, sarcástico y melancólico, se adivina una mezcla de desesperanza, desarraigo y, sobre todo, la necesidad urgente de cambiar de vida. Su aparente juego verbal con José tiene un trasfondo mucho más serio: posiblemente ha cometido un crimen o, al menos, necesita construir una coartada para evitar ser incriminada. Sin embargo, no lo expresa directamente, sino que lo insinúa, lo rodea, tantea la complicidad del otro. Su vulnerabilidad es real, pero también instrumental: apela al cariño que sabe que José le tiene, lo seduce sin erotismo y lo manipula sin agresividad. Su evolución dentro del relato, de la ironía al desconcierto, de la coquetería a la confesión velada, la convierte en un personaje profundamente humano, complejo y desgastado por el asco que le provocan los hombres y por una vida que percibe como degradante.

José, en cambio, es un personaje sencillo y aparentemente transparente. Gordo, bonachón y rutinario, representa la estabilidad, la calma y la ternura sin exigencias. Le tiene un afecto evidente, mezcla de deseo, cariño, admiración y protección. No es un hombre especialmente brillante ni perspicaz, y gran parte de la tensión narrativa proviene de su incapacidad —o resistencia— para entender del todo lo que está ocurriendo. A lo largo del cuento, José oscila entre la complicidad ingenua y la sospecha. Aunque no capta de inmediato el sentido oculto de las preguntas de la mujer, su intuición lo va guiando hacia una comprensión cada vez más vaga, pero inquietante. Su disposición a ayudarla es absoluta y su amor se expresa de forma práctica: prepararle el bistec, escucharla, no cobrarle, brindarle compañía. Sin embargo, también hay en él una cuota de posesividad. Confiesa que «mataría al hombre que se fuera con ella», pero no para impedir que se vaya, sino como un gesto pasional e infantil de frustración amorosa. Al final, José accede a lo que la mujer le pide, probablemente sin saber del todo en qué se está metiendo. Su fidelidad es ciega, lo que lo hace entrañable, pero también trágico: es un hombre que quiere proteger sin entender que tal vez está siendo usado.

Ambos personajes están retratados con una extraordinaria densidad emocional. No hay héroes ni villanos, sino dos seres humanos destrozados que, por un momento, se encuentran al borde de una confesión. Ella está desesperada por salvarse y él está dispuesto a ayudarla a pesar de no comprender el alcance de sus palabras. No hay amor romántico ni redención, sino un vínculo ambiguo, tierno y amargo que se articula en torno a una conversación que parece trivial, pero que podría decidir el destino de una vida.

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